Aunque algunos llevábamos un rato despiertos, a las 8’30h hemos podido escuchar a Diego dando los buenos días en las habitaciones e invitando a todo el mundo a ir a desayunar. Y así ha sido. Sin mucho remoloneo a las 9h estábamos todos desayunando cereales con leche, magdalenas y galletas.
Y a las 9’30h, después de lavarnos los dientes y las manos (algunos), nos hemos salido fuera aprovechando el excelente día que hacía, para continuar con nuestro teatro musical. Ya casi tenemos la estructura clara, las músicas que vamos a emplear y los personajes que habrá. Ha sido en ese momento cuando Ana ha sacado el cello para mostrarnos la canción que le parecía que “pegaba” y Mario y Henar han tocado otra que también podría encajar.
Después de esto hemos cantado un poquito y la gran sorpresa ha sido descubrir que tenemos verdaderos pájaros cantores en el grupo. ¡Qué alegría! Y para continuar, un poco de ritmo. Juegos de memorización y repetición, siempre manteniendo el pulso. ¡Todo un reto!
Y a las 11’30h, ya estaba Diego preparado para llevarse a todo el mundo a la piscina y hacer una serie de juegos de agua con globos divertidísimos. ¡Lo han pasado en grande! Para terminar la mañana un pequeño chapuzón y a comer.
Las lentejas nos han sabido riquísimas. Y de postre, ha habido quien ha dicho “ay, hazme una foto, que mi madre no se va a creer que esté comiendo fruta”.
Tras un rato de tiempo libre, hemos tenido el primer ensayo “serio”. Hemos empezado a lo grande, con una pieza del grupo completo y en la que algunos tocarán instrumentos por primera vez. Dos horas seguidas de ensayo y casi sin rechistar en las que hemos reafirmado la primera impresión sobre nuestros alumnos: son unos chicos estupendos, con muchas ganas de aprender y divertirse, participativos, creativos y con grandes aptitudes musicales. ¡Menuda suerte tenemos, así es un gusto trabajar!
Hacia las seis menos cuarto de la tarde, han ido con los monitores a hacer una pequeña marcha por la laguna y alrededores. Han vuelto agotados y hablando de algunas cosas que han aprendido en la excursión. Por lo visto, hay que tener mucho cuidado con los “cojines de monja” por esta zona…
Ahora, después de una cena muy rica y tranquila (pescado con arroz y tomates aliñados) y una divertida velada con los monitores, los tenemos a todos dormiditos.
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